La Noche en que Comí Ocho Platillos de Langosta #BestLobsterFest

Han pasado algunos días pero la verdad es que yo sigo saboreándome los OCHO platillos -postres incluidos- que degusté en Red Lobster en el arranque de su Lobsterfest.

Mi festín gastronómico incluyó langosta y más langosta, camarones, pizza, pasta y hasta steak. Yo no pude estar más feliz con este desfile de delicias del mar porque la verdad que no cocino ni un huevo hervido, pero soy buenísima para degustar y satisfacer mi paladar. Además, si hay un buen momento para “empacarle” y darse una comilona de mariscos es cerca del Día de San Valentín, por aquello de su poder afrodisiaco, ¿no creen?

Así que sin pensar ni un momento en la dieta, yo decidí darle rienda suelta a mi apetito y comencé mi bacanal alimenticio.

Mi talón de Aquiles llegó con la Lobster pizza, con carne de langostino, mozarella, tomates frescos y albahaca. Con la masa crunchie, pero delgada, esta ha sido de las pizzas más ricas que he probado.

Mi affaire con la pasta continuó con el Lobster and Shrimp linguini Alfredo. La langosta de Maine, en su punto y la salsa Alfredo, cremosita y espesa. ¡Yum!

Luego, llegaron las estrellas de la noche: Lobster Lovers Dream, Dueling Lobster Tails, Ultimate Surf and Turf y Bar Harbor Lobster Bake.

De izq. a der. y de arriba a abajo: Lobster in Paradise, Lobster Lover´s Dream, Dueling Lobster Tails y Ultimate Surf and Turf. Sólo de volverlos a ver se me hace agua la boca.

Aunque para esos momentos yo ya pedía esquina, ¡quería seguir comiendo! Decidí tomarme un descansito y platicar con Nancy González, parte del equipo que me dio la bienvenida esa noche en el Red Lobster de Plano.

Nancy es una mujer latina, trabajadora, con una gran historia qué contar.

Con Nancy González, chef y manager del Red Lobster en Frisco.

Nancy me platicó que llegó a Estados Unidos hace 10 años, sin hablar inglés. Comenzó a trabajar en Red Lobster limpiando mesas y, poco a poco, con determinación y muchos deseos de superación, se convirtió en chef y mánager de la sucursal de Frisco. ¡Sí se puede!

Debo aclarar que, aunque probé de todo, no fui capaz de terminarme yo sola los platos o me hubieran sacado de ahí rodando. El amable equipo del restaurant me empacó las leftovers y se las llevé a mi marido, quien no pudo acompañarme al tasting.

No les cuento lo bien que quedé con mi media naranja: todavía me recuerda lo rico que cenó esa noche, y creo que yo todavía sigo haciendo la digestión.

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