Lo que no vieron de la alfombra dorada #NFLDraft

Hace años que cubro grandes eventos y premiaciones. He visto de al lado a grandes estrellas, a virtuosos del arte e incluso a primeros mandatarios. Pero nunca me había tocado ser parte de un evento como el de la alfombra dorada de la NFL en Chicago la semana pasada.

A diferencia del resto de las ceremonias, quienes desfilan por la alfombra y escuchan llamar su nombre saben inmediatamente que una nueva vida acaba de comenzar. Finalmente -después de años de trabajo- lograrán su sueño de convertirse en jugadores profesionales de la NFL.

Esta transformación instantánea hace que la alfombra de la NFL sea una de las más emotivas que me ha tocado pisar. No hay traje de diseñador ni gafa con bling bling que logre ocultar la sensibilidad que estos jóvenes tienen a flor de piel en este día que marcará su destino.

Miren a DeVante Parker, mi entrevistado más tímido de la noche. Me lo crucé minutos antes del draft y al terminar nuestra plática le di una de las varitas mágicas de SuperLatina para desearle suerte.

Lo que no me imaginé es lo que iba a ocurrir después.

Cuando me di vuelta para entrevistar a su mamá, nuestro fotógrafo captó este momento íntimo del jugador. En medio de la vorágine de la alfombra, DeVante se quedó petrificado, con la mirada fija en la varita.

Sólo él sabe qué deseo pidió.

Horas más tarde, los Miami Dolphins anunciaron que DeVante había sido elegido para sumarse a su equipo en primera ronda.

Con varita o sin varita, la magia estaba en el aire.